Cuota 19: Llueve sobre la ciudad


 Es raro esto de estar encerrado. Contrariamente a lo que pudiera haber pensado, con el tiempo uno se empieza a acostumbrar. Es curioso que, lo que antes era costumbre, ahora se vuelve extraño. Ese día tuve que salir. Justo en el momento en que la lluvia pegaba más fuerte, y, para mayor desagrado, el maldito paraguas no aparecía por ningún lado. "Nos fuimos a la B", pensé, "ahhh, a mojarse no más" En mis tiempos juveniles, me encantaba ir a las torpederas, sólo con tenida de jeans, que aprovechaba de lavar con las ráfagas de viento, y sentir el aire frío del mar, con un cigarrito en la mano, igual que Víctor Jara. Pero ahora me resultaba incómodo, eso de andar todo mojado en la micro, quizás cuantas horas. Putas que estoy viejo. 

Me senté en el bus y puse play a la lista de Spotify que había armado hace tiempo, pero que no había tenido tiempo de escuchar. Al rato, aquel viaje que se presentaba tan latero, se puso más agradable. Una gran cantidad de canciones que, hace tanto no escuchaba, comenzaron a sonar de nuevo. Me acordé que justo hace un año, buscaba entre mis recuerdos musicales las mejores piezas para dedicárselas a la persona más increíble que he conocido, y, con ello, expresar a través de palabras de otros, todo aquello que se hacía difícil decir con verbos propios. Miré por la ventana, para ver desde lejos aquellos lugares que recorrimos como dos cabros chicos, o al menos así me sentía yo. En ese momento, la voz del chofer interrumpió estos bellos pensamientos, para indicarme que sólo llegaba hasta el reloj de flores. Sólo ahí me di cuenta que era el único pasajero que quedaba arriba. 

Decidí bajarme ahí, en  Libertad con uno norte, para tomar el tren hacia Valpo. Total, tenía mucho tiempo para llegar a la reunión que me habían citado. Recorriendo esos lugares, sonreía como hace tiempo no lo hacía. Cuantos recuerdos antiguos tenían esas calles para mí, pero sólo recordaba esos pequeños paseos del brazo de la reina y princesa. Ojalá hubieran durado mucho, mucho más.

Casi sin darme cuenta, estaba en aquella plaza en que todo empezó. Encendí un cigarro y puse play a la música guardada en el teléfono. Tu voz resonaba más hermosa que nunca, acompañada con las gotas de lluvia que me golpeaban fuertemente. No había nadie más ahí, solo yo.... solo yo y tu recuerdo...



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